Los dos hombres corrían a toda velocidad por el bosque, saltando y esquivando ramas, vegetación y toda clase de obstáculos. Era un día de primavera con una agradable temperatura, el bosque hervía en actividad, los pájaros, ardillas y demás animales estaban alterados, saltaban, piaban y se peleaban por buenos lugares en los arboles donde anidar, llenaban el bosque de vida y alegría, solo hacían unas pausas en sus actividades para observar la carrera de los dos extraños hombres y en cuanto estos desaparecían seguían con sus vidas.
El hombre que iba delante era una persona alta, con el pelo cobrizo y largo, potentes músculos y una piel morena. Sus grandes zancadas y potentes movimientos se llevaban por delante cualquier obstáculo que se interpusiese en su camino, ramas se partían, arbustos eran arroyados y piedras salían disparadas y las mas grandes se rompían, en su movimiento se traslucía una potencia sin igual. A este le seguía en la carrera un hombre de blanquecina tez y un pelo gris que contrastaba con su juvenil rostro, era delgado y parecía frágil, sus movimientos eran ágiles y precisos, no corría en una dirección determinada y mucho menos recta, zigzagueaba esquivando arboles, saltaba de roca en roca, se subía a un árbol y corría de rama en rama, sus pies apenas tocaban ninguna superficie. Pese a esa forma de correr mantenía la distancia con su predecesor y a diferencia de este no parecía que la carrera le estuviese cansando.
Repentinamente la carrera dejo el bosque y se traslado a una amplia pradera, pasaron de correr en la penumbra a estar bañados en una intensa luz. Con el bosque ya atrás se podía distinguir como ambos hombres irradiaban una especie de luz, anaranjada el primero y azul el que le seguía, los dos hombres siguieron corriendo ahora ambos en línea recta, en su camino se iba a cruzar una enorme manada de caballos salvajes que estaban pastando, estos, al verlos venir, se asustaron y empezaron a correr, pronto el primer hombre les alcanzo, corrió esquivando a los asustados animales y ,en apenas un minuto, adelanto a la gran manada, en cuanto los dejo atrás el segundo hombre le adelanto con facilidad, este se alejaba rápidamente de el y no tardo mucho en perderle de vista. En su cara se esbozo el inicio de una sonrisa y de sus labios, apenas con la fuerza de un susurro, con tranquilidad y un pequeño matiz de afecto surgió una sola palabra, un nombre, Drew.
El hombre que iba delante era una persona alta, con el pelo cobrizo y largo, potentes músculos y una piel morena. Sus grandes zancadas y potentes movimientos se llevaban por delante cualquier obstáculo que se interpusiese en su camino, ramas se partían, arbustos eran arroyados y piedras salían disparadas y las mas grandes se rompían, en su movimiento se traslucía una potencia sin igual. A este le seguía en la carrera un hombre de blanquecina tez y un pelo gris que contrastaba con su juvenil rostro, era delgado y parecía frágil, sus movimientos eran ágiles y precisos, no corría en una dirección determinada y mucho menos recta, zigzagueaba esquivando arboles, saltaba de roca en roca, se subía a un árbol y corría de rama en rama, sus pies apenas tocaban ninguna superficie. Pese a esa forma de correr mantenía la distancia con su predecesor y a diferencia de este no parecía que la carrera le estuviese cansando.
Repentinamente la carrera dejo el bosque y se traslado a una amplia pradera, pasaron de correr en la penumbra a estar bañados en una intensa luz. Con el bosque ya atrás se podía distinguir como ambos hombres irradiaban una especie de luz, anaranjada el primero y azul el que le seguía, los dos hombres siguieron corriendo ahora ambos en línea recta, en su camino se iba a cruzar una enorme manada de caballos salvajes que estaban pastando, estos, al verlos venir, se asustaron y empezaron a correr, pronto el primer hombre les alcanzo, corrió esquivando a los asustados animales y ,en apenas un minuto, adelanto a la gran manada, en cuanto los dejo atrás el segundo hombre le adelanto con facilidad, este se alejaba rápidamente de el y no tardo mucho en perderle de vista. En su cara se esbozo el inicio de una sonrisa y de sus labios, apenas con la fuerza de un susurro, con tranquilidad y un pequeño matiz de afecto surgió una sola palabra, un nombre, Drew.
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